Pastille, 1962. Óleo sobre cartón. 40 x 40 cm.  Galería Freijo, 2013.

Pastille, 1962. Óleo sobre cartón. 40 x 40 cm. Galería Freijo, 2013.

Grilles, 2008. Técnica mixta sobre madera, tornillos y lámina de metal. 120 x 120 cm c/u.

Grilles, 2008. Técnica mixta sobre madera, tornillos y lámina de metal. 120 x 120 cm c/u.

Círculos concéntricos, 2010. Pintura acrílica sobre madera. 200 x 200 cm.

Círculos concéntricos, 2010. Pintura acrílica sobre madera. 200 x 200 cm.

Círculos concéntricos, 2008. Pintura acrílica sobre madera. 120 x 200 cm.

Círculos concéntricos, 2008. Pintura acrílica sobre madera. 120 x 200 cm.

Círculos Cromáticos

Antonio Asis

13 de septiembre 2013 a 23 de noviembre 2013

Antonio Asis (Argentina 1932)

FORMAS SUSPENDIDAS, AJEDREZ CINÉTICO
-comentarios y pensamientos en torno a la obra de Antonio Asis-

                                                     Luis Francisco Pérez

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblícuo alfil y peones agresores. 

Jorge Luis Borges, Ajedrez (fragmento)

En no pocas ocasiones la adscripción de un artista a una determinada corriente estética conlleva la injusta eliminación de singularidades expresivas otras, ahogadas por el facilismo interpretativo y divulgativo de saber, o dar por hecho, que tal artista pertenece, su obra, a un concreto movimiento estético, o histórico o de época, anulando así el estudio y análisis de las “corrientes internas” que esa misma obra detenta en su propio devenir temporal. Corrientes discursivas, en efecto, que se expresan (aparentemente) fuera de su cauce natural, pero que observadas, o “leídas” con la necesaria atención, delatan y confirman que esa filiación  estética no ha sido “traicionada”, o abandonada a favor de otros planteamientos estéticos, pero sí que la investigación llevada a cabo por el artista ha diseñado otras estrategia s compositivas sin por ello abandonar o renegar de ese movimiento artístico inicial donde lo sitúa una demasiado rígida cartografía histórica.
Lo expresado en el párrafo precedente se ajusta perfectamente a la obra del artista argentino Antonio Asis (Buenos Aires, 1932). Cuando a mediados de la década de los cincuenta decide trasladarse a París y fijar allí su residencia de manera permanente al igual que muchos otros  creadores latinoamericanos, su obra queda fijada, por voluntad y querencia personales, en lo que la literatura de la Historia del Arte ha dado en llamar “arte cinético”,  pero no menos cierto sería que esa adscripción ha estado marcada por una continua y muy elaborada “crítica” (en su sentido de pura investigación) de determinados planteamientos cinéticos, al menos en lo que concierne y atañe a su propia ortodoxia inicial, hasta el punto que la obra entera de Asís es un dinámico devenir, o recorridos estéticos de “ida y vuelta”, entre un origen histórico concreto y las contingencias sociales y artísticas que han acompañado a Asis en su propia biografía o experiencia de vida. Lo “cinético” en Asis, entonces, no es tanto la plasmación pictórica de lo que pudiéramos definir, entre otras muchas manifestaciones semánticas de “lo cinético”, como un cientifismo gráfico de lo puramente visual, como la plasmación de un análisis donde otros parámetros estéticos no quedasen excluidos de esa misma ciencia pictórica de lo visual.
¿Pero de qué otros parámetros expresivos estamos hablando? Si el arte cinético es, en su inicial esencia, una morfología del movimiento, o una rotación óptica con interferencias de efectos radiales, la singularidad que mejor define la obra de Asis sería un irrenunciable deseo de dotar al objeto visual, o al cuadro en tanto que universo cerrado en sí mismo, de una vibración donde la misma referencia a la visibilidad como ciencia, incluso como “cosa industrial”, participara igualmente de una sensualidad cromática donde los “efectos” puedan leídos también como “afectos”, y con ello la posibilidad de vislumbrar  destellos visuales otros, o interferencias lumínicas de complejo rasgo interpretativo,  o indicios de una narratividad desnudada (que no vaciada) de su armazón sintáctico para devenir, únicamente, lenguaje visual, o idioma neutro dotado de una sintaxis que nada estructura y ordena pero que todo lo armoniza en un universo de pura referencialidad óptica y cromática. En Antonio Asis lo cinético es una oscilación, por supuesto, pero esencialmente es una continua y dilatada transformación de un mismo movimiento pendular, y que tiene como eje vertebrador la vibración de la luz, siempre y cuando ese mismo gesto que vibra también estimule la fantasía especulativa, la alteración sígnica, y la modulación afectiva y sentimental ante lo observado. Expresado de manera diversa y mismo significado: en la obra de Antonio Asis lo cinético es la contemplación de partes y fragmentos de la Historia del Arte que el autor considera apropiados para resituarlos en una determinada manifestación estética y con el ánimo de rebasar esa misma ortodoxia cinética por otros medios, con otras voces y referencias diversas en el tiempo y en el espacio. Sin olvidar la música como importantísimo activador, o “agent provocateur”, de esa vibración escrita, más que pintada, en tan raro como seductor pentagrama.

La magnífica selección de trabajos de Antonio Asis que ahora podemos contemplar en Madrid atestiguan la riqueza y variedad de una obra que es cinética… y mucho más. Digamos, para finalizar, que posee la infinita complejidad argumental y cromática de un humilde tablero de ajedrez. Como en tantas otras situaciones Borges fue el primero que entendió que el milenario entretenimiento era, en esencia, un juego cinético.

Crítica en Babelia por Javier Maderuelo

Catálogo de la exposición