Carlos Blanco
Nacido en Colombia en 1961, hijo de padre español. Vive y trabaja entre Bogotá, Madrid y Los Ángeles.
Fue Becario de la Fundación Botín y seleccionado para Circuitos 1989.
Formado como arquitecto en la Universidad Javeriana de Bogotá, estudió una maestría en Arquitectura en la Universidad Complutense de Madrid. Participó en los talleres de Arte Actual del Círculo de Bellas Artes (impartidos por Julián Schnabel, Eva Lootz, Barry Flanagan, Bruce Mac Lean, Santiago Cárdenas, José Guerrero).
Durante los últimos 28 años ha expuesto en bienales como: Documenta IX (muestra paralela), Kassel, Alemania; La Bienal de Venecia 1993 (muestra paralela), Italia; La VII Bienal de la Habana, Cuba; La Bienal de Busan 2002, Corea; La Bienal de Los Ángeles 2003, EE.UU; La Bienal de Praga 2004, República Checa.Su visión como artista se ha traducido como curador de 150 exposiciones en el espacio de arte del Centro Colombo Americano de Bogotá.
Hijas del aire
Si para Charles Baudelaire la obra de arte era moderna porque respondía a la moda, la moral y la pasión, de las obras de Carlos Blanco puede decirse que son posmodernas porque son muebles, portátiles y sobre todo aéreas.
Nada en ellas parece pensado para la servir a la eternidad o para celebrar el peso y la permanencia. No lo son sus obras hinchables que, aunque sean tan voluminosas como lo son las casas que diseñó para albergue de los desplazados, son sin embargo livianas hasta el punto de poder trasportarse en una mochila.
También lo son sus esculturas que en ocasiones tienen ruedas y se inflan y desinflan a voluntad, desafiando así la inveterada pesantez de la escultura, ya sea la de la minúscula Venus de Willendorf o las rotundas esculturas en acero cortén de Richard Serra cuyo peso se mide en toneladas. Cuando no son inflables los volúmenes de sus esculturas son el acoplamiento de muchos planos, resultado de un ingenioso ejercicio de composición que permite que el aire circule libremente por sus entresijos.
Solo hay unas piezas suyas que podrían recibir el calificativo de esculturas por parte de quienes hoy representan la milenaria tradición de este arte. Son minúsculas, más pequeña aún que la Venus de Willendorf, y sin embargo puede decirse con toda propiedad que son hijas del aire. Porque son tizas que Carlos Blanco pegó en el exterior de aviones de pasajeros para que el roce del aire durante su vuelo las tallara de manera impredecible.
Cabe decir que hoy los artistas tienden a pensar su arte en función de lo que hacen y exponen los museos. Y podría decirse que Blanco también lo hace. Eso sí, con la diferencia de que él construyó muy al principio de su carrera un museo hecho a imagen y semejanza de sus deseos y pretensiones artísticas. Un museo que, como no podría ser de otra manera en su caso, es un museo portátil, un museo que cabe y se lleva en una maleta.
Carlos Jiménez
Exposiciones en Galería Freijo:
2023 Todo es aire y me muero por él